fear nada
Eduardo Zancolli - Synchronicity for a New Paradigm
Carl Jung and Wolfgang Pauli were the first to study quantum physics and synchronicity together because, as synchronicity would have it, Pauli needed a psychologist due to personal problems in his life and was sent to Jung.
- Superficial level - surprise, astonishment: "If I tell you what happened, you won't believe it." or "An incredible co-incidence happened”. The consciousness stays at this level.
- Level of personal meaning - has meaning to our destiny, answers our soul's inquiry, and causes us to change our values. At this level we may be suspicious that something bigger might be working in coincidences than what we are seeing. We see that a special force Is interacting for coherent unification of the "Two Worlds" in which we all live.
- Co-incidences with meaning - at this level, we have to choose. There is one of two probabilities: mere chance or a manifestation of superior law of nature, having a personal message and with specific knowledge of the soul's requirement.
- 1st law - the cause - the soul's energy activation for the synchronicity, the intention
- 2nd law - the condition - this is very important for an observation which is an intuitive alert. Synchronicities are usually a prelude to something gong 'out of program.' Something is not as we have pre programmed it.
- 3rd law - the agency - something very special on a higher level must be organising the events to produce them in nature, in the physical world.
- 4th law - the manifestation - our intuition says we are in the right direction when a synchronicity is beginning and we don't have to stop there with our rational mind trying to understand.
- 5th law - the meaning - usually we find afterwards that it is coherent with our personal story, but the meaning doesn't necessarily come at the same time as the story. It may come years later.
- 6th law - the effects - that which changes our values and destiny
- 7th law - the purpose - expansion in consciousness
¿Cuándo una coincidencia es producto del azar y cuándo nos encontramos ante un fenómeno diferente?. ¿Por qué se producen saltos cualitativos dentro del orden natural?. ¿Es la teoría de las probabilidades fruto de nuestra estrechez mental y de nuestra incapacidad para ver lo importante?. ¿Por qué nos cuesta aceptar que detrás de la casualidad pueda existir un tipo de lógica poco profundizada hasta el momento?. ¿Por qué las personas que más han hecho avanzar el pensamiento en las últimas décadas le han prestado atención a las coincidencias y por qué la mayoría de nosotros seguirnos presas de la trampa del pensamiento lógico?
Con una narración ágil, el autor nos hace cómplices de su curiosidad y nos contagia. ¿Cuántas coincidencias nos han ocurrido? ¿Las hemos pasado por alto?. ¿Hemos sabido interpretarlas correctamente?. ¿Cuál es nuestra relación con los objetos?. ¿Sabemos darle un significado adecuado a aquella atracción descabellada que sentimos por una cosa o por un ámbito?. Indefectiblemente el texto nos conduce a la introspección, a cuestionarnos en un plano que tal vez hemos dejado de lado, un camino que aún no hemos recorrido.
Según el especialista “ la sincronicidad es como una irrupción mágica en el mundo de la materia de algo casi milagroso que llega, se manifiesta y desaparece”, y atribuyó, además, que son coincidencias significativas que aparecen en la vida de cada uno y que a veces no son programadas por el propio ser sino que surgen en la vida como manifestaciones que irrumpen súbitamente y producen habitualmente cambios trascendentales.
Asimismo, el especialista destacó que a través de este fenómeno el ser humano comienza a tener conciencia de la interconectividad de la vida, agregando que,” no tenemos la separatividad que pensamos y no somos meros espectadores sino participantes que estamos en permanente comunicación.
Adhiriendo a esta última apreciación sostuvo que es en este punto en donde se encuentran interpretaciones de la vida y añadió que , “si fuese simplemente el azar probabilístico debería ser demasiado inteligente para saber muchas veces cuál es la pregunta de nuestras almas y producir en el mundo una materialización de algo para darnos una respuesta”
Como anécdota, mencionó un hecho ocurrido al famoso actor Anthony Hopkins, quien tras recibir una propuesta para interpretar un papel en una película, buscó desesperadamente el libro, obteniéndolo de un modo que explica claramente la sincronicidad y los misterios de la vida.
“Al artista le habían dado un papel en una película, quiso conseguir el libro, lo buscó en todas las librerías de Londres y no lo encontró, hasta que se subió a un subte y lo halló en el asiento de al lado.
Dos años después se enteró que el ejemplar que había encontrado pertenecía a su autor”
La pregunta ante esta contundente coincidencia, según dejó entrever , se refiere a ¿qué fue todo lo que tuvo que suceder para que las mismas personas hayan estado en el mismo subte y en el mismo asiento?. Esas cuestiones conforman justamente el significado de la sincronicidad.
En este sentido, señaló que “ en los momentos en que activamos la energía del alma y la energía psíquica es cuando después aparecen las respuestas en el
Mundo exterior porque muchas veces cuando no estamos hablando en el lenguaje del alma sino que nos comunicamos en el lenguaje dela mente inferior, nuestros pensamientos no están con los planteamientos de la vida en ese sentido y demás”
Para ello, recordó que algunas veces los golpes emocionales que enfrentan las personas “ sacan del camino y de la carrera para que nos replantemos “ opinó.
Como ejemplo, precisó que la muerte de un ser querido, indudablemente ubica al ser humano en una postura de aprendizaje y replanteos, tales como¿ tiene sentido mi vida?, ¿no debería hacer otra cosa?, ¿ para qué hemos venido a este mundo? Y que desde aquí devienen respuestas que muchas veces reestructuran nuestros valores internos.
En tanto, Zancolli afirmó que las formas de vivir condicionarán fuertemente la misión que cada uno tiene en el mundo. Entre éstas, mencionó la existencia del modo de vida “ consciente” e “inconsciente”, adjudicando un vivir responsable al primero, el cual favorece la conciencia autoreflexiva y se hacen los planteamientos que el alma necesita.
En este proceso, la meditación es una forma de conectarse con el lenguaje del alma no traumático y es un método voluntario con el cual, según destacó,” estamos dialogando con el lenguaje del alma y seguramente eso nos evita a veces algunos golpes”.
Finalmente, desestimó el vivir “ inconsciente”, subrayando que es una manera de transitar por este mundo en forma superficial, sin más preocupaciones que las terrenales.
Nunca, hasta el día de hoy, he perdido el enorme asombro que me despiertan ese tipo de coincidencias. Tomé conciencia que las coincidencias con significado habían sido, también, eternas compañeras de todos nuestros antecesores. A través del tiempo, la única diferencia ha sido la interpretación sobre de dónde provienen: en la Grecia homérica por la intervención directa de los dioses del Olimpo; en la Edad Media, portentos de la naturaleza que fueron interpretados como señales del Cielo; y en los últimos siglos, desde el advenimiento de la ciencia, como simples coincidencias debidas al azar probabilístico, etc. Una interpretación distinta según el paradigma reinante en cada época.
Hace un año leyendo una revista archivada, habiendo ya terminado de escribir el libro, encontré un artículo de Nicholas Green que reflejaba el mismo fenómeno en la vida de un conocido actor, Anthony Hopkins. El mismo fenómeno al que me estoy refiriendo y tanto me deslumbra. Hace años se le propuso a Hopkins un papel actoral en una película basada en el libro de George Feifer, 'Me Girl from Petrovka. Corno buen profesional decidió que también debía leer el libro original. A pesar de su empeñosa búsqueda, fue invadido por la frustración al descubrir que el libro estaba agotado en todas las librerías de Londres. Abandonó la búsqueda, pero seguramente no su deseo. Un buen día, como tantos otros, sentado en el Metro de Londres, en el asiento a su lado, visualizó un libro olvidado. Al recogerlo, para ver de qué se trataba, fue invadido por la sorpresa al darse cuenta que era un ejemplar de T he Girl from Petrovka. En él había numerosas anotaciones personales escritas en los márgenes. Dos años más tarde, al comenzar el rodaje de la película, tuvo la oportunidad de conocer al autor del libro. Conversando ambos, Feifer sacó inexplicablemente el tema de la pérdida, años antes, de su copia personal. Con seguridad, Hopkins, no sólo quedó deslumbrado por semejante coincidencia, sino que probablemente se haya replanteado varios aspectos sobre la real operatoria de la naturaleza en nuestras vidas, dentro de la cual no somos más que una de sus innumerables partes.
En el caso particular de aquel ejemplar de The Girl from Petrovka, era algo que no tenía significado para el resto de los mortales que circulaban en el Metro de Londres. Casi seguro que sólo mostraba un propósito para Anthony Hopkins. ¿Cuántos actos se debieron correlacionar para que en ese tren, en ese vagón, y en ese asiento pudiese ocurrir dicho fenómeno en aquel preciso momento?
Ante un fenómeno de esta naturaleza en nuestras vidas, la mente lógico-racional, educada por el paradigma reinante, inmediatamente nos quiere convencer de que se trata de un hecho fortuito, regido por el azar probabilístico. Lo interesante es que, más allá de ello, algo intuitivo en nuestro interior nos hace presentir que se trata de algo organizado por algún tipo de "inteligencia" superior, un orden superior que está entablando un diálogo individual con cada uno de nosotros.
En mi caso sucedió una contradicción similar al tratar de interpretar este tipo de fenómeno. Educado bajo el rígido paradigma científico, ese que nos dice que todo lo que no es demostrable, medible, y reproducible no puede tener sustento como real (por lo menos hasta que algún científico reconocido lo diga), mi vida en paralelo era sometida al acoso de una coincidencia tras otra. La mente racional deseaba descartar su importancia, mientras que la intuición demandaba investigarlas.
La conclusión a la que arribé es que las sincronicidades son fenómenos reales, absolutamente observables en nuestras vidas y, por lo tanto, uno de los elementos constituyentes de la realidad física en la cual nos movemos. El hecho de que aún no se haya podido medir o reproducir su ocurrencia, no implica que deban ser descartadas de la investigación científica. Hay muchos hechos de los cuales desconocemos sus variables y operatoria intrínseca, no pudiendo entonces reproducirlos experimentalmente, y no por ello los descartamos entre los fenómenos observables de existencia verdadera.
Tal vez la pregunta que usted, que está leyendo este artículo, se está haciendo es: ¿qué fue lo que percibí de su funcionamiento? Trataré de sintetizar las experiencias vivenciales. Sin comprender el significado del "guión", me dejaba llevar por las pistas brindadas por dichas coincidencias, disfrutando de su maravilloso fluir. Tenían la particularidad de ocurrir fuera del programa que mi mente racional había organizado. Si me empecinaba en seguir el camino que yo había delineado, las coincidencias no se manifestaban. Debía dejar lo que tenía pensado y seguir el camino de alguna pista "alocada". La incertidumbre y el asombro que ellas producían superaban ampliamente el espíritu de aventura que mi mente racional podía programar dentro de la rutina diaria. La primera condición necesaria parecía ser un estado de alerta intuitivo. Estar "despierto", pero desde el plano de la intuición. "Dejarse llevar" implicaba seguir al primer pensamiento que surgía ante cada situación, el intuitivo, ese que inmediatamente intentaría ser destruido por el análisis simplístico de la mente racional, esa que quería dictarme cuál era "el camino correcto".
Veía que muchas aparecían cuando mi mente y cuerpo estaban fatigados y ponían a descansar al pensamiento. Una vez que aparecían, "dejarse llevar" era toda una sensación. Su primera manifestación era la de una profunda sorpresa, una que provocaba la sonrisa interior. Podía sentir algo parecido a estar arrastrado por la corriente de un río, muchas veces peligroso. Pero era una corriente armónica, en la cual nada ofrecía resistencia. "Dejarse llevar" también necesitaba no interpretar, en búsqueda de significado, mientras la coincidencia se estaba desarrollando. Cualquier intento de hacerlo podía detener la manifestación del fenómeno. Había que hacerlo después, cuando había cesado la fuerza de la corriente. Recién entonces podía intentar encontrar el "encaje" de significado entre las similitudes del mensaje oculto dentro de la coincidencia y alguna historia de mi mundo interior.
Lo cierto es que los efectos habitualmente terminan siendo devastadores sobre nuestras sensaciones y creencias previas. Por un lado nos deslumbran, llenando nuestra capacidad de asombro. Incluso, al vivirlas, llegan a producir cambios muy perceptibles en nuestro cuerpo. Podremos tener sensaciones como que "erizan"nuestra piel, que "calientan" nuestro cuerpo, que nos inyectan una dosis masiva de energía, o que expanden nuestra conciencia. A veces, todo ello a la vez.
Una vez pasada su manifestación, y manteniendo viva nuestra sorpresa al decodificarlas, vemos que han contestado a profundos cuestionamientos, muchas veces reordenando nuestra escala de valores y modificando la manera en que interpretamos la realidad. Ello nos lleva, la mayoría de las veces, a producir importantes cambios en la dirección de nuestros caminos.
Por nuestra educación religiosa occidental tal vez siempre hayamos estado esperando que nos suceda algo como le ocurría a los profetas, que Dios nos hable en palabras (y tal vez al extremo de esperar que hable con nuestro propio dialecto). Pero probablemente hayamos estado descartando una señal clara y frecuente. No en palabras, sino en casi milagros, manifestados en el lenguaje universal de la naturaleza: acontecimientos en el mundo de la materia.
Las sincronicidades se manifiestan irrumpiendo en nuestra vida como los trucos hechos por un mago y, como ellos, se rehúsan a jugar por las reglas por nosotros conocidas. Su particular funcionamiento, asociado al significado que generalmente nos proporciona alguna respuesta importante, nos deja la sensación de que tal vez estemos ignorando alguna clave vital de las "verdaderas reglas de juego de la vida". Algunos siguen descartando dichos eventos por parecerles meras coincidencias, pero la mayoría de los que tuvieron ese tipo de vivencia perciben intuitivamente que tiene que haber algo más allá de su comprensión.
Deepak Chopra lo lleva al punto de decir que detrás de una sincronicidad se puede percibir a "el Todo hablándole a sus partes". El mundo es un lugar de significado, un lugar donde somos buscadores del "verdadero propósito", y según la describe Kammerer (científico de la primera mitad del siglo XX) la coincidencia con significado: "Es el cordón umbilical que conecta pensamiento, sentimiento, ciencia y arte, con el útero del universo que les dio a luz".
Todos los mortales nos enfrentamos al mismo misterio. Con estas u otras palabras, todos en algún momento nos hemos preguntado: ¿Cuál es el sentido de vivir y el de tener conciencia?
Las respuestas las hemos buscado en las diferentes facetas: la religión, la filosofía, y, en los últimos siglos, la ciencia. Descubrir el funcionamiento de la naturaleza y, dentro de ella, el por qué de nuestra existencia es aún una materia pendiente en la evolución de nuestra conciencia. De haber encontrado el verdadero sentido a la vida estaríamos, como especie, alineando nuestra evolución con el Propósito del universo (si hubiéramos encontrado cuál es).
Albert Einstein dijo: " El mundo que hemos creado es producto de nuestra forma de pensar. Es una locura pensar que el mundo pueda cambiar sin que cambien nuestros modelos mentales."
Más allá de las creencias, disímiles según sus enfoques, lo cierto es que el resultado de nuestra evolución no ha sido el mejor. Hemos construido un mundo donde el hambre y la falta de agua potable es un factor común para casi la mitad de los seres humanos. Tan grave como ello es la destrucción de la capa de ozono, la contaminación, el peligro de desintegración a través de las armas nucleares, etc. De haber cooperativismo (por no hablar de verdadero Amor, algo que parece inalcanzable) a la vida humana y a toda otra forma de vida.
Esta reflexión nos lleva a tomar conciencia de que debemos cambiar el paradigma reinante, el "color" de las gafas con el que decodificamos la realidad. La pregunta es ¿cómo?
El cambio es individual. Entonces, ¿qué es lo que estamos percibiendo erróneamente?
Existe una enorme brecha, aparentemente infranqueable, entre "Los Dos Mundos". Entre nuestro mundo interno (lleno de pasiones, sensaciones, deseos, intuiciones y búsqueda de significado), y el mundo físico externo "real" que nos rodea (ese que a toda causa física le sigue un efecto proporcional).
¿Cómo unificarlos? ¿Cómo sentir la unidad entre lo que es aceptado como absolutamente "real" y tantas otras vivencias interiores que son reales para nosotros y que, tal vez, ni siquiera nos animemos a contarlas a otras personas en muchas ocasiones? ¿Cuán real es lo que vivenciamos en nuestro mundo interior?
Desde niños vivimos relacionándonos con el mundo a partir de encontrarle significado a las cosas. Las preguntas son inevitables: ¿Qué es eso? ¿Para qué sirve eso? Todo, desde un tenedor, un destornillador, o cualquier otra cosa con la que nos hayamos relacionado, ha pasado por ese mecanismo de interpretación en busca de significado en nuestra conciencia. Nadie podrá doblegarnos para desistir de la licitud de nuestras experiencias interiores. En el fondo, nuestras vidas no son más que caminos evolutivos que se basan en la continua búsqueda de significado, y una vez que le encontramos significado a algo, eso es "real" para nosotros.
La pregunta que surge a continuación es si en nuestra vida diaria tenemos algún elemento que nos esté mostrando la unión entre esos dos mundos. Algo que nos permita profundizar en los mecanismos del funcionamiento de la naturaleza (esos que están "ocultos", o que no pueden ser descifrados solamente por nuestros cinco sentidos externos), para llegar a comprender desde un plano más profundo cuál es nuestro rol participativo en el universo.
Y la respuesta es SÍ, existe algo que todos vivenciamos en común y que nos permite comenzar a vislumbrar esa conexión. Me estoy refiriendo a las coincidencias con significado, a la sincronicidad .
David Peat, un físico filósofo de la ciencia, señala con tremendo acierto que se puede construir un puente entre los mundos interior y exterior a partir de la sincronicidad. Nos da un punto de partida para comenzar la construcción de un puente que conecta mente y materia, física y psiquis, ya que nos provee de una visión que va más allá de nuestras nociones de causalidad en los patrones de funcionamiento de la naturaleza. Una danza subyacente, perteneciente a un orden más profundo, que interconecta todas las cosas, incluidos nosotros mismos.
Y de esa forma de ver las cosas que nos suceden (de reconocer un orden más profundo, con propósito, ocupándose individualmente de cada uno de nosotros), es que depende que podamos cambiar el paradigma reinante por uno más coherente.
¿Existe esta danza subyacente en algún plano ya descubierto por la ciencia en el que las cosa funcionen basadas en esa interconectividad? La respuesta es Si. Pero por razones de espacio, ello tal vez deba quedar pendiente para otro momento.
Seguir el camino de la sincronicidad, es sentir que nos convertimos en detectives de las pistas que una inteligencia superior pone en nuestro camino. No en palabras, sino en hechos, entablando un diálogo personal directamente con nosotros (diálogo: flujo de significado). Una inteligencia u orden superior que conoce en profundidad nuestros cuestionamientos del alma y el camino por el cual debemos transitar. Nos quiere demostrar que no somos simples espectadores de la vida, sino que somos participantes activos de nuestros propios destinos. Hasta la próxima.
Era una "bompa" un objeto que se utiliza en rituales tibetanos y uno de los tantos que Zancolli ha adquirido a lo largo de su vida dejándose llevar por un impulso, sin razón aparente. El explica que “me ha ocurrido en ocasiones, aquí en la Argentina y en el exterior, en los viajes que hago para asistir a congresos; al pasar frente a una tienda tibetana, siento la necesidad de entrar en ella. Una vez dentro, algo llama poderosa-mente mi atención, me atrae. Como si ese objeto y yo... nos quisiéramos".
Ese mediodía del 97, Zancolli no le contó esto al recién conocido señor Moore; en cambio, le dijo: "Es un objeto ritual tibetano en el que se coloca agua bendita... Con la punta de la pluma..." y bla, bla, bla. "Perdón -lo interrumpió entonces Moore-, pero eso ya lo sé. Quiero saber qué haces tú con ese objeto". Y ahí sí el doc tuvo que confesarle el mecanismo misterioso que de vez en cuando l lo domina. En su libro El misterio de las coincidencias, que tiene prólogo de Deepak Chopra y fue editado por Serendipidad y Del Nuevo Extremo, Zancolli relata cómo siguió su encuentro con mister Moore: "Mirándome a los ojos, con una sonrisa que parecía estar naciendo directamente de su alma”,
sacó su billetera y de ella una fotografía. Ante mi completa estupefacción, en la foto Ron estaba abrazado con Su Santidad el Dalai Lama!". Resultó que Moore era budista y formaba parte de un comité en los Estados Unidos que se dedica a juntar fondos a favor de la liberación del Tíbet de la invasión china;
que tenía un hijo, Mark, viviendo en Dharamshala, en el norte de la India, al pie de los Himalayas, y que allí funcionaba un hospital destina-do a la atención de la comunidad tibetana al que había conseguido enviar a dos médicos norteamericanos, por una semana al año... "¿Podría ir yo como voluntario?", preguntó entonces Zancolli, sin pensar. La respuesta, claro, fue: sí.
Conocer los Himalayas había sido la fantasía mística de Zancolli en la adolescencia. Pero como nunca había tenido un motivo "lógico" para viajar allí, a sus 42 años llevaba más de 25 sin pensar siquiera en la posibilidad. Frente a ese casi extraño señor Moore, el doc recuperaba la sensación de "tener que ir" al Tíbet
Zancolli tiene ahora 47 años; fue al Tíbet, y ya volvió. El libro en el que cuenta su experiencia y todo lo que aprendió de ella va por la segunda impresión en nuestro país; en abril llegará a España y, probablemente, a México. Desde su consultorio de Buenos Aires, hoy reflexiona: "Buscamos seguridades; movernos dentro de lo que estamos acostumbrados... Como médico voluntario me sentía cómodo, por eso pude ir al Tíbet; seguramente no hubiera ido de mochilero...".
El reconocido doctor Deepak Chopra, autor del mega best-séller Cómo conocer a Dios, amplía esta idea en las primeras líneas que dedica al libro de Zancolli: "Soy amigo del doctor Zancolli desde hace muchos años y he compartido con él maravillosas experiencias de sincro-destino. El doctor Zancolli posee una mentalidad extremadamente científica, pero a su vez ha profundizado en las tradiciones místicas, tanto en el cristianismo como en las de Oriente".
Aquel viaje a los Himalayas (que se concretó unos meses más tarde: en mayo de 1998) fue el comienzo de una sucesión de "sincronicidades": hechos estremecedores que Eduardo Zancolli relata con detalles en su libro.Durante su estadía en Dharamshala y en su visita al Tíbet (del otro lado de las montañas), descubrió que los objetos que había ido acumulando en su casa y en su consultorio eran muy significativos para la cultura tibetana: estaban en pinturas importantes, en esculturas; eran reconocidos por los entendidos del lugar como pertenecientes a importantes la-mas del pasado. En un sitio tan remoto y reservado con su sabiduría milenaria, tuvo ocurrencias infundadas que lo fueron guiando hacia las personas indicadas en el momento justo, y así se fue acercando, sin querer, como guiado de la mano por un orden superior, a considerar la posibilidad de ser él mismo la reencarnación de Jamyang, "el protector de la mente que combatía la ignorancia"
Hoy, asegura que eso no es lo importante: "Es una cuestión personal, que no tiene valor para el resto de la gente. Alguien me dijo: ¿Por qué no le mandás tu historia al Dalai Lama para que estudien si es cierta y que te reconozcan como un lama reencarnado? Pero no me interesa... Já. ¿Qué cambiaría eso? Lo que yo creo es que esa historia fue el guión elegido, pero el sentido no estaba en los personajes sino en la estructura. Creo que lo que quería era demostrarme una operatoria, la operatoria de la vida. Como funciona la naturaleza en el diálogo individual con nosotros...por mi educación yo creía que la única forma era conectarse con Dios era a través de la oración, y de las escrituras de los profetas, , de palabras ....Siempre estaba esperando palabras y nunca escuché ninguna a pesar de los esfuerzos que hice. A partir de lo que viví me di cuenta de que es mucho más simple: que lo que nos está mostrando la Divinidad son hechos. Los hechos son mucho más reales que las palabras que podamos escuchar adentro de nuestra mente. El hecho está ahí afuera, existe, y esa es la manifestación del amor, de la creación para nosotros".
Zancolli no se siente un elegido ni un privilegiado: "Creo que todos tenemos una misión particular. Chopra dice que cada ser tiene un
talento muy especial para regalarle al Universo. Cada uno tiene que descubrir de qué se trata en su caso, y ésa es su misión particular, la de todos los seres. Yo sentí que esta agencia de un orden superior inmanifiesto había gastado demasiada energía para dar vuelta mi mente estructurada científicamente y para que pudiera conectarme con otra cosa desde el
plano intuitivo. Porque la naturaleza siempre va por el camino más corto, siempre gasta la menor cantidad de energía posible y conmigo
había gastado una enormidad ...Entonces me di cuenta de que todo eso no era solamente
Para convencerme a mí, sino que tenía que compartirlo, que a lo mejor mi testimonio podía servirle a otros. Así decidí escribir el libro.
Mi intención es ayudar a la gen-te a que vea las cosas de manera diferente -explica Zancolli-. Porque aprender a reconocer que existe un orden superior cambia la perspectiva de la vida, y eso es lo que necesita nuestro planeta hoy: que nos cambiemos los lentes con los que vemos la realidad. Necesitamos entender cuál es nuestra función, para qué vinimos y qué es lo que tenemos que hacer. Tenemos que eliminar una cantidad de cosas culturales altamente nocivas y empezar a desarrollar el cooperativismo; dar-nos cuenta de que la Tierra es un organismo vivo, que tiene conciencia... Lo dice desde siempre Oriente, lo decían las antiguas culturas latinoamericanas, ahora, por fin, lo está reconociendo la ciencia. Así como hasta la última célula de tu cuerpo debe cooperar para que tu cuerpo viva; ninguna parte puede estar demandando un precio para que la sangre pase por ella, porque entonces todo el resto del cuerpo empieza a morir; lo mismo pasa con la Tierra! Hay mucha gente en el planeta que está muriendo de hambre, que no tiene lo básico... A ver: ¿Cuál es el sentido de vivir como vivimos? ¿Cuál es el sentido de haber-nos organizado en sociedades, en naciones, en comunidades? Tener una vida mejor. Y de repente ves que la mitad de la población mundial padece un estado de pobreza alarmante, que no encaja con la vida... y al no encajar le pierde confianza. ¿Nos comparamos con los animales? Ellos tienen comida, hacen su nido en un huequito, y viven felices... iY nosotros en el sistema que hemos creado no le podemos dar eso a los seres humanos! ¿Cuál es el beneficio?! Creo que tenemos que volver a mirar".
Sin embargo, Eduardo R. Zancolli (51) -un reconocido traumatólogo especialista en cirugía de manos y hombros- sintió fascinación por la cultura tibetana desde temprana edad, y fue en esa región del planeta donde su búsqueda halló respuestas.
Hechos que parecían mágicos se unieron en un guión coherente, y descubrió que las "casualidades" encierran un mensaje.
Zancolli es un ávido lector , suele jugar "algo de golf", es countrista —tiene su casa en Carmel- y en su agenda deja al menos una hora por día sin programar, una suerte de autorregalo "para que la mente fluya y esté abierta a la incertidumbre". Hijo de médico, fue formado en la fe católica y en su familia en Italia incluso hubo obispos. "A los 46 años me sentía como una gran biblioteca llena de datos, leía sin cesar buscando mi camino interior. Creo que fui al Himalaya a transmutar información por experiencia".
Por entonces, practicaba meditación y sentía que el budismo le proveía de respuestas "verdaderamente tranquiliza-doras a mis interrogantes existenciales, ya que tenían carácter cuasi científico". En diferentes viajes a congresos médicos en Estados Unidos fue comprando objetos rituales tibetanos, sin saber qué eran ni cuál su función: una bompa para bendiciones y purificaciones, un phurbu (daga ritual), un dorje (objeto metálico con un centro y cuatro brazos) y luego el otro. "Al entrar en las tiendas sentía como si me "llamaran", percibía su energía. Según los budistas, nos reencontramos con los objetos con los cuales es-tuvimos en contacto en una vida anterior y hay una poderosa atracción, una resonancia".
Una vez allí, en el templo de Kalachakra -donde concurre el Dalai Lama- observó en un mantel sobre el altar la imagen grabada de un dorje. Una noche despertó de un sueño, tras pronunciar un nombre: "Jamyang". Pocos días después supo que Jamyang fue el fundador de un lamasterio que enseña altos tantras, y según la ilustración que vio en un libro, empuñaba una espada flamígera (igual a la que, por "casualidad", tenía en su casa de Buenos Aires)El maestro de lamas Kamthrúl Rimpoché -la máxima autoridad en altos tantras en Dharamshala- le explicaría días más tarde que el dorje es un talismán de protección que se emplea en rituales de exorcismos, y el símbolo de una corriente del budismo, el Vajrayana. Agregó, también, que era muy probable que Zancolli haya sido tibetano en una vida previa.
"Eso no tiene importancia, lo he pensado, pero no cambia nada. Creo que esa historia fue el guión elegido, pero el sentido no estaba en los personajes sino en la estructura. La sincronicidad me había bombardeado con experiencias, tal vez intentando con-vencer a mi mente rígida, científicamente determinista, de que no es cierto que todo lo que no puede ser demostrado y medido no tiene validez. Quería mostrarme la operatoria de la vida: cómo funciona la naturaleza en el diálogo individual con nosotros. A todos nos ocurren sucesos imprevisibles, que no podemos controlar y que parecen guiarnos en nuestro camino. Las coincidencias organizadas a "nuestra medida" tienen sentido, significan algo dentro de la trama de nuestra historia personal", explica con énfasis Eduardo.
Schopenhauer afirmó que cuando un hombre llega a una edad avanzada y evoca su vida, ésta parece haber tenido un orden y un plan, y que acontecimientos que parecían accidentales fueron factores importantes en la trama. "Lo gracioso es que general-mente no nos damos cuenta de lo que nos está pasando. A veces me dicen: "Todo lo que usted cuenta en el libro es mágico", y les contesto que lo leyeron mal. Si bien pasó algo a los 8 años, a los 15, a los 46, ¿qué pasó en el medio?: la vida común, de mágico nada. Cuando extraemos los aspectos importantes del guión, aparece su continuidad y coherencia. Lo importante es ver la médula, sacar lo intrascendente, y aparece el camino".
hacer en esta vida? Zancolli es claro y preciso: "Nada ocurre accidentalmente. Sólo cometemos los errores que tenemos que cometer para aprender. Hay un orden superior, una especie de agencia que se está ocupando de ca-da uno de nosotros y nos pone en el camino las cosas que necesitamos, para encontrar la dirección que tenemos que llevar. Ese orden superior conoce tus necesidades, tu destino
Y como si fuese un director de cine, no deja que el actor se aparte del guión" De allí que la situaciones conflictivas sean necesarias, por-que movilizan la energía del alma y activan la evolución personal. Estas "casualidades", que por ley de probabilidades serían imposibles, son frecuentes cuando atravesamos crisis o transformaciones profundas, tales como un enamoramiento, una muerte, pérdidas o un cambio laboral. "En los estados emocionales fuertes, el alma hace un salto cuántico, lo que permite un reencuentro con ese sendero prefijado. A partir de allí muchas personas cambian su perspectiva, sus valores, y modifican su rumbo", sostiene Zancolli.
Jung observó en sus pacientes que las sincronicidades tenían, muchas veces, relación con el mundo de los sueños: "Cuando nos cuesta estar en estado de alerta, es decir, darnos cuenta de las cosas, porque estamos muy cerrados o en un dial diferente, muchas señales pueden pro-venir del mundo de los sueños. Los sueños traen mensajes simbólicos y las sincronicidades se manifiestan a través de símbolos".La actitud ante este fenómeno debe ser de apertura, no ofrecer resistencia. "Muchas veces se nos presenta una puerta que se abre y se entrecierra, y seguimos de largo. Es importante estar alertas, y darle un espacio en nuestra vida. Tenemos una concepción lineal, buscamos certidumbres y programamos cada minuto del día, y así es muy difícil que se pueda manifestar algo que va en contra de lo programado, que es imprevisto, y hasta ilógico”, puntualiza el médico. Aunque su experiencia en el Himalaya fue un hito poderoso, su búsqueda continúa. Merced a una invitación que recibió para presenciar una charla del Dalai Lama, el 11 de septiembre de 2003 en Washington, acerca de cómo construir la paz a partir del atentado del 11 de septiembre, Eduardo Zancolli se entrevistó esa mañana con el máximo líder espiritual tibetano. En tanto, escribe una novela, "El plan", acerca de un grupo de científicos que evalúa qué ocurrió con los planes para la evolución de la humanidad, y también la segunda parte de "El misterio de las coincidencias", enfocada desde la física cuántica: "Trato de explicar los fenómenos observables y normales del alma, comparándola con los fenómenos cuánticos", sintetiza.
Estos eventos con significado, que suponen un giro en nuestra historia personal, tratan de orientarnos sobre el sentido de nuestra vida. "Todos tenemos una misión particular en el universo. No somos observadores sino participantes, y necesitamos entender para qué vinimos. Todo tiene que ver con todo, todos estamos unidos. Y de esto depende que podamos cambiar el paradigma reinante por otro más coherente. El mundo no cambiará si no cambiamos nuestra forma de pensar".
-¿A qué cree usted que se debe el éxito en la Madre Patria?
- Los españoles tienen más tiempo para darse a sí mismos, tienen más tiempo para el alma... otra calidad de vida.
- ¿Y después del 11 de marzo...?
- Ha sido una gran prueba. Pero no van a sufrir la paranoia de los yanquis. En Europa las tragedias siempre estuvieron presentes en su historia... guerras, hambre, muerte.
Un domingo de junio de 1998, Zancolli conoció a Deepak Chopra en Montevideo. "Un amigo me dijo que iba a llevar-lo a Uruguay y necesitaba que fuese su asistente personal durante la estadía", evoca. Y agrega que lo deslumbró la mente lúcida del médico hindú, tan conectada con el espíritu del universo. "Me preguntó cómo me había ido en la India, y respondí que fue muy mágico. Quiso oir mi historia y, cuando terminé, me dijo que lo que me había pasado se llamaba sincronicidad. Chopra invitó a su colega a un seminario que daría dos meses después en San Diego. Una vez allí, le pidió que contara en público lo que vivió en el Himalaya, como introducción a su conferencia sobre SINCRO-DESTINO. “ Según sus explicaciones , el funcionamiento de las sincronicidades está relacionado con esa fuerza que interconecta con información a todas las partículas que tuvieron relación entre sí en algún momento. Si todo nació del Bing-Bang, como afirma la ciencia, todo el universo estuvo junto en el momento inicial. Por lo tanto, todos estamos relacionados con todo.”
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